sábado, 24 de marzo de 2012

LAS CADENAS DE LAS SOMBRAS

Las cadenas de las sombras



en la parábola de la caverna de Platón


Alumno: Ángel Ottmar Zapata Pichardo




“A través de la ventanita de mi calabozo vi cómo



nacía un nuevo día, con un cielo ya sin nubes”



Ernesto Sábato.





El hombre vivió cegado en tiempos antiguos, la única luz que veía era la que emanaba del fuego, el sol. El dominio del fuego abrió paso a una nueva mentalidad del individuo, donde se sabía que tenía el poder de controlar los elementos. Un primer paso que marca la evolución del pensamiento hacia nuevos caminos.



Una primera mirada del conocimiento humano se presenta en los tiempos prehistóricos. Las siguientes etapas de evolución de la sociedad del individuo se exhiben cada vez que aparece un acontecimiento eminente en la manera de pensar. La idea de los dioses (religión politeísta), la idea del ser único y todo poderoso (religión monoteísta), el descubrimiento del nuevo mundo, la creciente mentalidad del ser humano, el conocimiento inalcanzable, la expansión y mirada hacia el universo, hacia otros nuevos mundos o existencias. Todos son procesos que poco a poco han transformado la forma en que el hombre ve al mundo, de forma que entiende y se olvida de su aspecto individualista. No todo giraba en torno al hombre, ni siquiera a la Tierra misma.



Los primeros indicios de filosofía comienzan con los presocráticos, sus ideas sobre la existencia del ser fundamentan las bases de todo el conocimiento moderno. La influencia griega hace despegar las dudas sobre la única verdad de la existencia. La siguiente etapa pertenecería a Sócrates que marcaría otro nivel de conocimiento y con Platón una serie de nuevas ideas trascendentes que cambiarían en tiempos posteriores la forma de cómo veía el individuo al mismo ser de las cosas. La idea del alma, la inmortalidad y el ser supremo y único nacerían con un nuevo panorama ideológico.



La parábola de la caverna de Platón, un relato del libro VII de República plantea cómo el hombre es en su mayoría manipulable, como puede vivir cómodamente a las imágenes, señales, órdenes de otros sin tener un motivo que los oriente a sobresalir, a preguntarse el por qué tiene la necesidad de hacer, ver y oír lo que los demás dicen sin intención de hacer algo al respecto.



Platón argumenta con Glaucón sobre una particular escena, “Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.” En este primer momento, Platón hace ver la forma en que el hombre vive apresado dentro de una burbuja, en esa burbuja donde el conocimiento no llega no porque le sea imposible, sino porque los individuos que ahí permanecen no lo buscan. Aquellas ataduras son puestas por sí mismos, impuestos a la comodidad y seguridad de la caverna donde nada nuevo puede pasar.



El hombre como prisionero experimenta un estado de bienestar, igual como un delincuente en prisión, sabe que no tendrá que esconderse porque ya ha sido descubierto, ahora tiene un lugar donde quedarse y conformarse con su cotidianidad. Los prisioneros del primer estadio de la caverna se comportan de igual forma. Son sólo títeres de los de afuera, aquellos que tienen el poder concedido por el conocimiento.



Platón, en su referencia a la caverna, hace alusión de una entrada a lo lejos, por donde se proyecta luz, ésta hace que dentro de la caverna existan las sombras, figuras amorfas de la realidad, imágenes sin identidad.



El ser moderno vive plagado de sombras, estas sombras son aquellas cosas que cree pero sin embargo, no lo son. Vive bajo la sombra del antropocentrismo, donde el planeta, tanto flora como fauna, son sólo una herramienta para el engrandecimiento del poder humano. “La naturaleza fue transformada en servicio de nuestras necesidades, es cierto, pero también fue socavada, expoliada, hasta inhabilitarla, como morada del hombre, fue sometida al capricho humano, reducida a un simple instrumento de sus intereses.”[1]



En la caverna de Platón existen diferentes tipos de hombre, que se encuentran en diferentes “niveles” de conocimiento. Platón divide la caverna en cuatro áreas, la primera donde viven los prisioneros sometidos, la segunda área comprende a aquellos que manipulan a los prisioneros, los creadores de las sombras.



En la segunda instancia de conocimiento, el hombre se ha desencadenado y ha dejado de ser el espectador del show de sombras y ha comenzado a ser creador para los prisioneros e imitador de los que se encargan de reflejar las sombras. El hombre comprende que la verdad que creía no la es y en ese momento se va acercando más a la realidad, a las imágenes verdaderas. Pero, ¿qué tan impactante es descubrir la realidad después de vivir encerrado en falsas creencias? Platón lo expresa de esta forma: “Y, si se le obligara a fijar su vista en la luz misma ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que éstos son realmente más claros que los que le muestran?” El entre la luz de la verdad y las sombras de la falsedad es un giro a la mentalidad del individuo, es por eso que Platón se refiere a que no cualquiera es tan fuerte para resistir ese impacto ante la realidad. El hombre debe estar lleno de pasión por el conocimiento, ser poseso de la manía.



El mundo de las opiniones, de los creadores de las sombras, es un avance hacia la liberación de hombre, de descubrir la verdad de las cosas, de lo ente. Siguiendo la progresión de superación del hombre, se encuentra que para llegar hacia la luz tiene que resistir esa traslación de la oscuridad de la caverna a la luz del exterior. En una cuesta hacia arriba larga y pesada hacia la auténtica liberación del individuo, en donde se prepara para encontrarse con una nueva figura del mundo. En este aspecto hablamos sobre la voluntad del hombre, la capacidad de quebrar lazos y aventurarse a lo desconocido, en un ataque de curiosidad que trae consigo la búsqueda del conocimiento de forma indirecta. Podemos creer que el hombre no se siente conforme con la verdad que cree saber, y su curiosidad lo obliga a indagar por conocer. Vemos los primeros indicios de un pensamiento innovador, “El pensamiento moderno fue, sin duda, un gran paso hacia la emancipación del hombre. Empezó a vencer a los demonios que se oponían al reino del hombre sobre la naturaleza y sobre la historia”[2], respecto a esta reflexión, culparíamos a las sombras y a la ignorancia como los demonios que bloquean la voluntad del verdadero hombre.



Una vez que el hombre termina por contemplar la verdadera luz y las formas de lo ente, sabe que las sombras eran una verdad disfrazada y deformada. Idealiza su vida en el mundo de las apariencias y la verdad de la existencia.



Finalmente llega a la última etapa de la iluminación de la verdad, el hombre que conoce la verdad y que no está satisfecho por sólo saberla, sabe el error que tienen los otros de creer las apariencias, de seguir viendo esas sombras que repliegan sus mentes y deterioran sus capacidades, “el hombre debe leer el sentido en las cosas mismas y realizarlo al realizarse a sí mismo en comunicación con lo otro, con los otros”[3]. Aquél que ha conocido la verdad de la existencia debe retroalimentarse para después alimentar de conocimiento al otro. “Esta captación del sentido, liberaría al hombre del regodeo en su propia individualidad”[4]. El hombre que ha llegado a este último nivel en la metáfora de Platón debe convertirse en un sabio, alguien que tenga por objeto transmitir su conocimiento para liberar a los otros y hacerles ver su error.



“Cobrarían entonces nueva dignidad actitudes un tanto olvidadas: entrega, testimonio, humildad, respeto, compasión, fraternidad, amor, justicia. Y quizás esta comunión renovada con el cosmos y con los otros manifestará de nuevo una dimensión de los Sagrado, no lo Sagrado ajeno al hombre, instrumento de las religiones positivas, máscara de opresiones, sino lo Sagrado en el interior de cada hombre y de cada cosa, que se manifiesta en el esplendor y en la unidad del todo.” Un individuo generoso y sabia sería aquél que rescataría a aquellos en el mundo de las apariencias, aprisionados por las sombras, encadenados por la ignorancia, no todos estarían dispuestos a dejar la seguridad de la caverna, sólo los locos con la pasión del saber descubrirían la verdadera existencia de las cosas que antes observaban como verdad. Finalmente Platón concluye, “… mientras el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder correctamente en su vida pública o privada.” El verdadero ser humano habría encontrado la salida a la caverna y exterminado los demonios que lo apresaban, un nuevo hombre surgiría como el individuo pensante libre de cadenas y poseedor de conocimiento.













[1] Luis Villoro, El pensamiento moderno, México, El Colegio Nacional, pág. 96.





[2] Ibid., pág. 92.





[3] Ibid., pág. 118.





[4] Idem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario